El fin de semana pasado tuve la suerte de poder pasar unos días en Roma. Era la primera vez que iba y la agenda estaba a rebosar de cosas que ver. Si Roma ya de por sí es una ciudad atractiva para cualquier persona que viva la arquitectura o la construcción, todo ese atractivo se potencia para cualquier amante de la historia y/o de la restauración.
Esta entrada pretendo que sea principalmente gráfica, dejando una pequeña muestra de lo que me he ido encontrando entre visita, caminata, visita y caminata.
La primera parada: La Fontana de Trevi.
Sin comerlo ni beberlo, el viernes a eso de las 9 de la noche, una vez liberado de las maletas en el hotel, tocó paseo nocturno por Roma. A pesar de ir sin rumbo fijado, a los pocos minutos del paseo llegué a la recién restaurada Fontana de Trevi.
Comparando el antes y el después, se aprecia que el lavado de cara ha sido intenso.
He buscado información más precisa sobre la restauración para tartar de aportar algunos datos técnicos pero no he encontrado nada realmente relevante. En este link del diario ABC podeis "jugar" un poco a ver el antes y el después, además de leer algunos datos intersantes sobre la historia de la fuente. Sin embargo, más que el resultado final, a los que somos de la profesión, nos puede resultar interesante la "accesibilidad" que se le dió a la Fontana durante sus obras. En este otro link, esta vez del diario El País, podemos ver a lo que me refiero. Creo que se debería tomar ejemplo de esto como un acercamiento a la sociedad de las labores de restauración y a su vez tratar de proyectar el potencial que tienen las obras para ver de otra forma los casi infinitos elementos patrimoniales que nos rodean, especialmente en España.
Bien; salimos de las calles estrechas y abarrotadas de gente comiendo pizza y vemos al fondo el Foro Romano iluminado, sin poder casi asimilar la magnitud de lo que tenemos delante nos aparece a mano derecha el Foro de Trajano y su columna y a la izquierda, algo más alejado el Coliseo.
Uno
se pone nervioso y no sabe que ir a ver antes, (sabiendo que al dia
siguiente va a volver a pasar por ahí, pero bueno) así que decide ir a
verlo todo.
Sin perder el norte y sabiendo donde está uno, la profesión es la profesión y ver a lo lejos una enorme cuchara bivalva, unos apeos impresionantes sosteniendo muros y un andamio gigantesto cubriendo parte del Coliseo; pues alegran un poco más el viaje.
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| Aquí tenemos nuestra amiga la cuchara bivalva y de regalo unos apeos de columnas |
Cerca del Coliseo ya existe una parada de metro y actualmente se está ampliando dicho tramo del recorrido, lo que significa muros pantalla y muros de pilotes. Y estos trabajos próximos a elementos patrimoniales de tan gran valor ya sabemos que no suelen casar muy bien y nunca están exentos de polémica, de hecho aquí ya hemos tenido lo nuestro con la línea de metro próxima a la Sagrada Familia de Barcelona.
Nos alejamos de la polémica (podría dar para varias entradas en el blog) y siendo algo egoístas, este tipo de intevenciones nos aportan algo que no siempre acostumbramos a ver y son los apeos. Apeos de verdad.
El monumento que aparece en las imágenes es la Basílica de Majencio. Su inmediata proximidad a las obras han sido el factor clave para este gran despliegue que podeis ver.
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| En esta imagen apreciamos mejor el apeo y andamios en la parte inferior del conjunto. Además aparecen las labores de recuperación arqueológica de unos mosaicos y pavimentos de mármol descubiertos recientemente a raíz de las obras. |
Sin dejar la Basílica y desde la lejanía del Foro Romano, pude tomar algunas imágenes que me resultaron más que curiosas. En un principio me parecieron unos refuerzos un tanto "arcaicos" mediante grapas y pletinas de acero.
En la siguiente bóveda el sistema de sujeción cambia. Aparecen varias pletinas de acero entrelazadas que parecen estar reforzando algunos tramos de los "nervios" que se forman en el despiece de la decoración.
De lo que más me dolió del viaje fue el no poder aproximarme más al sitio para ver qué eran exactamente esos elementos extraños que discurrían por algunas zonas de las bóvedas.
Siguiendo con nuestra particular visita llegamos al Coliseo, esta vez de día. Bajando desde el Palatino y pasando por el Arco de Constantino nos encontramos con la siguiente panorámica.
Avanzamos unos pocos metros y las ganas de subirnos a ese andamio van en aumento.
Aunque uno se quede mirando detalles del andamio, la visita guiada sigue y toca ir hacia dentro, no sin antes poder hacer alguna que otra foto más.
Un buen detalle de organización de obra es el disponer de la zona de carga y descarga de material en un cuerpo "separado" del resto del andamio. Por un lado se puede pensar en que en una longitud tan importante se pierde tiempo a la hora de transportar y distribuir las herramientas y/o residuos. Pero por otro, se consigue descongestionar el tráfico por el mismo facilitando la movilidad de los operariosa la vez que en planta baja se puede disponer de una zona de acopios más amplia.
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| Detalle de las plataformas de descarga del montacargas. |
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Como se ve en una de las imágenes anteriores, el acceso para trabajadores se aleja del punto de servicio de herramientas y material. Se dispone de un módulo de escaleras mucho más cómodo y práctico y este módulo sí que se instala en un punto opuesto al montacargas para evitar el cruce entre ambos.
Y ahora la pregunta del millón. ¿Cómo y dónde se ancla este gigantesto andamio?
A simple vista no se llega a apreciar, pero cuando nos fijamos y buscamos los anclajes en los muros vemos que no los encontramos; por lo menos no todos los que estamos acostumbrados a ver ni en los mismos sitios.
Partimos de la base de que los grandes bloques de mármol son intocables por lo tanto, ¿qué solución queda?. Pues toca jugar con la presión y el rozamiento o lo que es lo mismo; hacer uso de los amarres por estampación.
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| Detalle de uno de los amarres y el tablón de madera envuelto en el tejido protector |
Por la cara exterior solo encontré un detalle en el que se aprecia este tipo de anclaje. Una vez en el interior y en zonas de andamiaje de menor calado, sí que pude hacer más fotos de dichos detalles.
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| En esta imagen ya se aprecia de forma clara el anclaje de "estampación" Supongo que en estos puntos no se instalan maderas protegidas con tela para no reducir el coeficiente de rozamiento entre la piedra y el andamio, evitando así posibles deslizamientos. |
Merece la pena destacar que en las zonas en las que la presión se ejerce mediante los propios tubos del andamio se evita el contacto directo de los elementos metálicos con la piedra; disponiendo de tableros de madera envueltos en telas para reducir los posibles daños en la misma.
Una vez en casa y rebuscando en las fotos, nos vamos encontrando que en aquellas zonas de ladrillo donde existen "mechinales" o huecos, parece que los han aprovechado para realizar anclajes "tradicionales". Y digo parece porque en ninguna de mis fotos se llegan a apreciar claramente los tacos.
Creo que este es un buen punto para dejar la primera entrega de Cuando un arquitecto técnico viaja a Roma. Acabamos de entrar al Coliseo, subimos las empinadas escalinatas y salimos al exterior bajo la fuerte luz del sol; la proporción del espacio se pierde, las imponentes arcadas quedan en negativo en el horizonte, el gran espacio que en su día ocupaba la arena atrae nuestra atención, atención que se desvía a la gradería que en su día acogía a miles de personas. Una fuerte carga histórica se echa encima de nuestros hombros, pero hay un perfil del Coliseo en el que poca gente repara.
¡Nos vemos en la siguiente entrega! y como siempre os digo, cualquier duda y/o aporte que tengais será bien recibido. Un saludo a tod@s y gracias.
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